miércoles, 9 de marzo de 2011

“Nadie tiene derecho de discriminar ni burlarse de los demás”

En una ciudad, de clase media, había una familia, conformada por el padre llamado Soberbio y la madre Paciencia y sus dos hijos mellizos, uno de ellos sufría de síndrome de Asperger y se llamaba Rechazado y el otro hijo Aceptado era sano y ambos tenían 17 años. La madre, había sufrido mucho, por la indiferencia de su esposo y de su hijo Aceptado, porque ambos lo rechazaban y el esposo quería mas a Aceptado, por ser completamente sano. Rechazado, desde niño tuvo dificultad en comunicarse, con los demás, era lento, torpe, se encerraba en si mismo, porque la gente lo discriminaba y se burlaban de él diciéndole raro, aunque no entendía, porque la gente lo trataban mal, era cariñoso, bondadoso e inteligente. Aceptado se avergonzaba de su hermano y casi siempre lo negaba y decía que era adoptado. Un cierto día, Aceptado decidió llevar a su enamorada a su casa, para presentarla a sus padres, pidió que encerraran a Rechazado para  evitar que su enamorada lo conociera. La madre no estaba de acuerdo y le dijo: ¿Porque te avergüenzas de tu hermano? Tarde o temprano tu enamorada lo tendrá que conocer. Aceptado molesto contestó: Yo no tengo por que pasar vergüenzas por tu hijo. Lo mejor que deberías hacer es internarlo, ya que desde niño he pasado vergüenza por culpa de él. La madre llorando le respondió: El es tu hermano y son mellizos, ambos se formaron en mi vientre, son mis hijos y los amo por igual. El esposo intervino y dijo: Yo estoy de acuerdo con Aceptado y creo que llego el momento de tomar una determinación, porque yo también estoy cansado de las torpezas de Rechazado y de pasar vergüenza y burla, ante mis familiares y todas mis amistades. Por culpa de Rechazado yo también he tenido, que vivir aislado de la sociedad y estoy harto de esta situación. Rechazado entró a la cocina, lugar donde discutían, se sirvió un jugo y se le cayó el vaso. Aceptado dijo: Te das cuenta mamá que es un perfecto orate, es torpe y ni siquiera se da cuenta, que mi papá y yo lo rechazamos. La madre recogió el resto del vaso y limpio y dijo: Rechazado ve a tu dormitorio, yo te llevare otro vaso de jugo y rechazado se fue. El esposo le dijo: no entiendo como puedes hablarle al aire, porque eso es lo que haces, cuando hablas con ese insecto, que no entiende nada. La madre dijo: Deja de hablar así de nuestro hijo, él si me entiende todo lo que yo le digo y solo conversa conmigo, porque yo si tengo Amor y paciencia para escucharlo, en cambio Uds. se creen perfectos y todo el tiempo lo critican y lo rechazan. Puedo entender, que la gente de la calle lo rechace, pero hasta ahora no comprendo, porque uds. siendo su sangre, su familia lo discriminan, se burlan de él y lo desprecian. Aceptado respondió: yo lo desprecio, porque me da asco, somos distintos, yo soy sano y no tengo ningún defecto físico ni mental, en cambio el da mal aspecto y me llena de vergüenza. El esposo dijo: es cierto lo que dice Aceptado. Nosotros no tenemos, porque cargar con tus culpas, porque tu sabes que dios te castigo y te envió a tu hijo que es enfermo y a mi me bendijo, con mi hijo sano. La madre le respondió: ¿Por qué hablas así? Dios nos envió un hijo maravilloso a quien amo y nunca me avergonzaré de él. Además el es hijo de los dos, es muy bueno e inteligente a pesar de los pequeños defectos que tiene, como cualquier otro ser humano. Aceptado se rió y dijo: pequeños defectos dices jajaja… ¡Por favor mamá! tu hijo, tiene todos los defectos del mundo, en cambio yo soy sano y perfecto.  El esposo, airado tomó del brazo, a la esposa y le dijo: Escúchame bien lo que te voy a decir, si no quieres que meta en un internado, a tu hijo escóndelo, como siempre y quédate callada. La madre, al ver que era imposible hablar, con su esposo y su hijo Aceptado, se dio la media vuelta, sirvió un vaso de jugo y se lo llevo a Rechazado y se quedó conversando con él, en su dormitorio. Aceptado y su papá  recibieron a la enamorada y los empleados los atendieron. Después de varias horas, la enamorada se despidió y aceptado la acompañó. La madre salió del dormitorio y llamo al esposo a la sala  y le dijo: ¡De hoy en adelante! te suplico, que dejes de consentir y apoyar en todos sus caprichos, a Aceptado y que dejes de ignorar a nuestro hijo Rechazado. Tienes que conversar con Rechazado, para que te des cuenta, que el también es un ser humano, que necesita del Amor de toda su familia. El esposo le contestó: El es tu hijo, yo tengo un solo hijo, que es Aceptado y jamás me vas a obligar, a aceptar a un retardado mental, como hijo. Y por favor deja de molestarme con tonterías ok.  Fue así, como padre e hijo, por soberbia, orgullo y vanidad, vivieron divididos, durante años. Un cierto día, Aceptado y su  padre salieron de viaje. Aceptado manejaba su auto y en una curva se le cruzo un camión que venia a toda velocidad. El auto salio volando. Llamaron por telf. A la esposa y le dijeron, que ambos estaban gravemente heridos y en coma. Pasados los meses de angustia y sufrimiento, el esposo salió del coma y había quedado paralítico y manco. A los pocos días, Aceptado también salio del coma y había quedado ciego, mudo y desfigurado, por las graves quemaduras, del accidente. La madre y Rechazado, iban todos los días al hospital a verlos, hasta que les dieron de alta y los llevaron a casa. Ambos recibían tratamiento psicológico, para que superaran su estado emocional. Rechazado entraba a la habitación de ellos, los miraba con ternura y ayudaba a su madre a atenderlos. El esposo, al ver que su hijo Rechazado, lo atendía con tanto Amor, lloró de arrepentimiento, llamo a su esposa y le dijo: ¡Esposa mía! ¡Perdóname! por haber sido soberbio y haberte hecho sufrir  a ti y a mi hijo, por mi indiferencia, nunca me acerqué a él y por vergüenza siempre lo rechacé. No merezco que ninguno de los dos, tengan compasión conmigo, intérname en un centro de rehabilitación y déjame ahí. Eres una gran mujer y  mereces vivir, para que siempre cuides a nuestro hijo Rechazado. La esposa con lágrimas en los ojos  le dijo: Jamás abandonaría a mi esposo ni a mis hijos, en las buenas y en las malas, siempre estaremos juntos. Aceptado con lágrimas en los ojos y señas pidió un lapicero y un papel y escribió: ¡Madre perdóname! Por todo el daño que te causé a ti y a mi hermano Rechazado. El orgullo, la vanidad y la vergüenza me dominaron y me cegaron por completo y no vi más allá de mis ojos físicos. Ahora veo con los ojos espirituales y se lo mucho que valen mi hermano y tú. ¡Madre santa! te agradezco a ti y a mi hermano, por no abandonarnos, por amarnos y tener misericordia de nosotros. La madre y rechazado, abrazaron muy fuerte a su esposo e hijo Aceptado, porque los dos, habían vuelto a nacer de nuevo y con el Amor de Dios.