En el mundo mágico, había dos palomas mensajeras, muy hermosas, eran muy serviciales, con todos los animales, volaban libres de casa en casa, llevando los mensajes y todo lo que le daban los animales y los árboles. En un tronco viejo vivian dos urracas, que eran chismosas, calumniadoras y difamadoras, todo el tiempo indisponían a las palomas y decían que eran aves dedicadas al libertinaje, mientras que según ellas, eran aves honorables y de su casa. Un búho que pasaba por ahí les dijo: En lugar de andar de ociosas, de chismosas y calumniadoras, porque no se dedican a lo mismo, que hacen las palomas mensajeras, así colaborarán en algo, con nuestro mundo mágico. Una de las urracas le dijo: Nosotras somos muy respetables y honorables, para rebajarnos a estar de casa en casa. ¿Quién sabe, que harán esas palomas, tanto tiempo en casas ajenas? El búho le respondió: ¡Averígüenlo! así se darán cuenta, que están equivocadas, al juzgar mal, a las palomas mensajeras, que son tan nobles, libres y son tan amadas, por todos los animales. La otra urraca dijo: Yo tengo muchas cosas, que hacer en mi casa, para estar perdiendo mi tiempo, en averiguar, que hacen, esas palomas libertinas. La otra urraca le dijo: Yo si, iré a ver, que hacen esas palomas, para saber, porque los anímales, hablan bien de ellas y las tiene en un pedestal, mientras que a nosotras nos ignoran. La urraca, se quedó con la duda e hizo lo que el búho le sugería y un día siguió a una de las palomas. La paloma entró a la casa de dos liebres, que ya eran ancianos. La urraca por la ventana, observaba lo que estaba haciendo, la paloma. La paloma, le daba de comer en la boca, a una de las liebres, que estaba muy enfermita y luego atendía a la otra, que también estaba delicada. Ambas liebres, le agradecían mucho, por el amor incondicional, que las palomas tenían con ellas. Llegada la noche, la paloma abrigaba a las liebres y las dejaba acostaditas y se despedía dándoles un beso en la frente. La urraca, al ver lo equivocada que estaba, al haber juzgado tan mal a las palomas, lloro inconsolablemente. La paloma, que salía de la casa de las liebres, se le acercó y abrazándola le dijo: ¡Hermanita! ¿Que te sucede? ¿Dime en que te puedo ayudar? la urraca, avergonzada le dijo: ¡Perdóname, por favor! La paloma, sorprendida le preguntó: ¿De que te voy a perdonar? si nada me has hecho. La urraca le contestó: Mi hermana urraca y yo somos muy malas, hemos estado hablando mal de ti y de la otra paloma, las hemos calumniado y desprestigiado, sin saber realmente, que es lo que hacían Uds. de casa en casa. La paloma le dijo: Precisamente, porque ignoraban lo que hacíamos, es que maldecían y hablaban mal, que es lo mismo; pero ahora que ya saben la verdad, están perdonadas, porque al reconocer, que estaban erradas y equivocadas, Uds. mismas, se perdonan. La urraca, le beso las alas, a la paloma y le dijo: Eres una santa, porque tienes tu corazón lleno de amor, te suplico que me enseñes a tener ese corazón, como el tuyo. La paloma con mucha ternura le dijo: Ahora tú también, tiene ese mismo corazón, porque ya lo limpiaste de maldiciones, que son palabras maldichas, mal habladas, y esas palabras, son energías, que alimentan tu cuerpo, tu corazón y tu mente, sólo de ti depende, si quieres vivir en paz o en guerra, en nuestro mundo mágico. La Urraca la abrazó muy fuerte y le dijo: Yo quiero vivir en paz y ayudar como tu lo haces, por favor ayúdame como hacerlo. La paloma le dijo: Claro que te enseñare y tú me ayudarás, a enseñárselo a otros, de acuerdo. La urraca le dijo: ¡De acuerdo! Ambas, fueron a la casa de la urraca. Y la otra urraca le dijo: ¿que haces con esta libertina? ¿No te das cuenta, que puede contaminarnos? La otra urraca, contenta le dijo: ¡Hermanita! a lo contrario, la paloma mensajera, ha limpiado mi cuerpo, mi corazón y mi mente de tanta contaminación, en el que hemos vívido las dos. La otra urraca molesta le dijo: ¿Que te pasa? ¿Enloqueciste? Nosotras somos honorables y de nuestra casa y nunca andamos de casa en casa, como estas palomas libertinas. La paloma se acercó a la urraca, que había limpiado su corazón y le dijo: A partir de este momento, le dirás a tu hermana lo mismo, que yo te dije y harás con ella, lo que yo hice contigo, habrás aprendido una buena lección y ambas con su ejemplo, también serán unas buenas maestras y enseñaran lo mismo a otros. Y sonriendo dijo: Cuídense mucho y se fue volando a su casa, al lado de la otra paloma. La urraca le contó, lo que había visto y reconocía lo equivocadas y confundidas, que vivían ambas. La otra urraca avergonzada, por haber ofendido, a la paloma mensajera, abrazó a su hermana y ambas lloraron, muchas horas de arrepentimiento y aprendieron una lección de Amor incondicional y al igual que las palomas mensajeras, también lo fueron enseñando, de casa en casa, en todo el mundo mágico.