Había una pareja de jóvenes enamorados, el hombre se llamaba Promete y el era agente vendedor y vivía con su familia. La mujer se llamaba Creer y era médico, ella era independiente y vivía en su departamento propio. Promete le juraba Amor eterno y le prometía, que nunca la iba a defraudar. Creer, ciegamente creía, en todo lo que le decía, él siempre ponía pretextos que le iba mal en las ventas, porque sabía que la situación económica de ella era estable, ella que lo amaba y era muy noble, siempre le daba dinero, para ayudarlo en sus gastos. Las amistades de Creer, le aconsejaban que se separara de ese hombre, porque se le veía la cara de vividor, pero ella estaba ciega de amor por él. Promete era muy posesivo y celoso, quería que ella dejara su labor de lado y se dedicara solo a él, ya que él no tenia un horario de trabajo y era conformista, ya que pasaba el tiempo, en el departamento de Creer, dormía hasta tarde, comía harto, tenia todo a la mano gratuitamente y dormía con ella casi todos los días, en conclusión tenía pensión Soto. Promete era muy astuto, para envolverla y dominarla en medio de caricias, besos y abrazos, para que ella cediera en todo lo que él le dijera. Creer mantenía relaciones con Promete y se cuidaban con el método rítmico, para no embarazarse, pero el tenia planes de embarazarla y un cierto día lo logró. El aprovechándose de ello, quería casarse y atarla a él a como de lugar, para tenerla completamente sometida, a sus caprichos y a su antojo y un cierto día, le pidió matrimonio. Él no contaba con la respuesta de Creer, que le dijo: que amaba su libertad y que un hijo no ataba a nadie y que no era necesario, que se casaran por ahora. Promete se molestó y cambio de actitud con ella y le pidió que se separaran por un tiempo. Creer aceptó su decisión y dedicó más tiempo a sus labores y a sus pacientes. Creer estaba muy delicada de los ovarios, con miomas, tuvo cólicos y se le vino el bebé. Promete se enteró de ello, la visitó al hospital y muy molesto le dijo: como ya nada nos ata, he venido a terminar para siempre con esta relación. Promete le dijo eso, porque el tenia otras aventuras en la calle. Creer lloraba de decepción, porque aunque antes, ella no quiso reconocer, que el era un mantenido y un vividor, ese día se le cayó la careta a él y a ella se le acabó la ceguera. A los días Creer salió del hospital y volvió a sus labores habituales y muy dedicada a sus pacientes, sus amistades le contaron, que habían visto a Promete, con varias mujeres mayores en bares y en casinos. Fue así como Creer, ya no quiso tener ninguna relación, con ningún hombre. Pasados los años, se enteró que la familia de Promete, lo habian votado de su casa y que días después, estaba en un hospital internado, por una enfermedad infecciosa VIH Sida, en faceta terminal. Ella fue a visitarlo y Promete le dijo: Creer, pensé que me odiabas y que nunca vendrías a verme. Creer le dijo, nunca sentí rencor ni odio por nadie. Olvidemos lo que pasó entre nosotros, te brindo mi amistad sincera, yo vendré a visitarte las veces que pueda, porque tengo muchos pacientes, que atender diariamente. Fue así como Creer iba a visitarlo seguido y un día que llegó lo encontró agonizando. Promete, con lágrimas en los ojos le dijo: Creer !Perdóname! por haberme burlado, de tus buenos sentimientos y por aprovecharme de ti, la verdad que yo jamás te ame, porque mi lado machista, solo quería satisfacer sus propias necesidades, sin importar como tu te sintieras. Creer, con lágrimas en los ojos le respondió: ¡Por favor! calla no digas nada, descansa, no te agites. Promete, le dijo: Necesito hablar la verdad, antes de irme. Las ventas era un barajo, para salir y yo ponía pretextos, para que tú me dieses dinero, para gastármelo en mis vicios, fui drogadicto, bisexual, ludópata y un promiscuo empedernido, te fui infiel muchas veces, mientras tú laborabas. Merezco que me desprecies y me odies por todo el daño, que causé a muchas mujeres, porque les contagié esta enfermedad. Lo que se, es que tu, por ser tan buena mujer, estás con Dios, porque estas sana y no te la contagié a ti. Creer le dijo: Yo te perdono de corazón y se que esas mujeres también te perdonaran, ahora descansa en paz. Promete murió desencajado, con terribles llagas en el cuerpo, con los ojos abiertos y la boca abierta. Creer se los cerró y echo a llorar como una niña. Promete fue incinerado y Creer regó las cenizas de él en el mar. Creer se dedicó íntegramente a ayudar y a orientar a muchos adolescentes y jóvenes, contándole la historia de Promete, como testimonio, para que nunca se burlen de los sentimientos de nadie y asi todos evitarían contraer enfermedades infecciosas, que son enfermedades del alma o energía mal canalizada.