Había un perro callejero que era muy pulgoso y carachoso, un cierto día estaba en medio de la pista y casi lo atropella un carro, el chofer que conducía estaba con sus hijitas, ellas muy tristes le rogaron al papá para que lo llevaran a su casa. Este hombre que amaba mucho a sus hijas las complació y fue así como bañaron al perro con un repelente para pulgas y lo curaron de las heridas que tenía. El papá mando a hacer su casita con cama y colchas, lo hizo vacunar, le compro su collar con nombre, su plato, etc. las niñas estaban muy emocionadas con su mascota, les daban de comer, lo cuidaban y todas las noches lo acostaban y lo abrigaban bien. Un cierto día se descuidaron y dejaron la puerta abierta y el perro se escapó a la calle sin que nadie se diese cuenta. El papá trabajaba y las niñas estudiaban, cuando regresaron a casa se dieron con la sorpresa que su mascota había desaparecido y lloraron desconsoladamente, salieron a buscarlo y no lo hallaron. Pasados los días el perro nuevamente se volvió pulgoso y carachoso, la gente lo pateaban y lo apedreaban. Sus dueños que lo amaban tanto se dedicaron a buscarlo y vieron que lo estaban apedreando, lo defendieron y de nuevo lo llevaron a su casa e hicieron lo mismo con el perro. Otro día que lo sacaron a pasear con su collar, una de las niñas se descuido y nuevamente se escapó y esta vez se fue lejos de la ciudad, sus dueños lo buscaron y nunca lo encontraron y lo dieron por muerto. Otra vez se lleno de pulgas y esta vez las carachas eran mucho más profundas y grandes que se le veía hasta los huesos y la gente decían: Maten a ese perro pulgoso que esta sarnoso y nos va contagiar su sarna. El perro lloraba arrepentido de su desobediencia porque se acordaba de la familia que lo recogió y le dieron mucho amor.
Toda la gente se juntó con palos y lo mataron al pobre perro.