Muy agradecidos a
Recordando entre mis recuerdos, recordé una de mis travesuras, que armó un tremendo problema.
Recuerdo que tenía tan solo cuatro años y un día mi abuelita materna, me vistió de rojo y me hizo mis rulos, como la pequeña Lulu. Salimos camino al mercado y nos encontramos con una señora, que estaba vendiendo higos en toda una esquina y tenía su radio a todo volumen, nos acercamos, porque a mi me encantaba comer higos, mientras mi abuelita compraba los higos, yo me puse a bailar. De pronto la gente se amontonó y me aplaudieron, compraron los higos y se acabó todo. La señora le dijo a mi abuelita que le proponía un negocio, que yo bailará, que me iba a pagar y me iba regalar higos. Mi abuelita se molestó y le contestó, que ella jamás iba a hacer trabajar a su nieta y me llevó del brazo. Al día siguiente, como la puerta la dejaban junta, me escapé sin que nadie se diese cuenta y ni se cómo, pero llegué a la esquina donde la señora vendía los higos y le dije: he venido a bailar para que me regale higos. La señora prendió su radio y la gente de nuevo se amontonó y la señora vendió todo su higo. Me separó higos y me los regaló y yo me fui muy contenta, pero resulta que no recordaba como regresar a casa, me regresé donde la señora y llorando le dije que me había perdido y no sabia donde vivía, la señora me llevó a su casa. Mi familia en casa estaba muy preocupada, porque habían pensado que me habían raptado e hicieron la denuncia policial, ninguno durmió esa noche y me buscaron toda la tarde y toda la noche por las calles.
Al día siguiente, la señora me llevó a la esquina, donde vendía los higos y desde lejos divise a mi abuelita y corrí hacia ella, la abracé muy fuerte y con lágrimas en los ojos le dije: ¡Abuelita! Te prometo que ya no me escaparé a bailar para comer higos.
Autor: Iran zucra
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