En una ciudad, habían casas de personas, de renombre y muy adineradas. En una de ellas, vivía una pareja llamados, Bondad y Humildad con sus dos hijos, se amaban mucho y eran muy felices, porque le gustaba compartir sus bienes con las personas necesitadas. Ellos vivían acompañados, con la hermana de Bondad, llamada Hipocresía, que era muy religiosa. Un cierto día, mientras ellos descansaban, entraron asaltantes y secuestradores a su casa. El esposo Bondad, escuchó ruidos y le dijo a su esposa Humildad, que se escondiera en el closet, con sus dos hijos. Salió a la sala y se dio con la sorpresa, que todos sus empleados y su hermana, estaban tirados en el suelo atados de pies y manos. Uno de los asaltantes lo agarró a golpes y le preguntó: ¿Donde están tu esposa e hijos? Bondad respondió: ellos no están, se encuentran de viaje. Lo golpearon brutalmente y le seguían preguntando una y muchas veces por la esposa e hijos. El siguió diciendo lo mismo. Los delincuentes empezaron a golpear a todos los empleados y también le preguntaban lo mismo. Mientras eso sucedía en la sala, Humildad se escapó con sus hijos, porque dentro del closet tenían una puerta secreta de salida hacia un túnel. Los empleados a pesar que los golpeaban, fielmente a sus amos, dijeron lo mismo que el amo. Hasta que agarraron a Hipocresía y cuando la iban a golpear, ella llorando y gritando dijo: !No me peguen! mi religión me enseña, que no debo mentir y que yo debo decir, siempre la verdad. Bondad gritó y dijo: ¡Hermana! Por favor ten piedad de mi esposa e hijos, seamos leales y protejámonos entre nosotros. Unos de los delincuentes con el arma, lo golpeó fuertemente y le dijo: ¡Cállate! Hipocresía cobardemente dijo: mi cuñada y mis sobrinos, están en el closet, de uno de los dormitorios, del segundo piso y ahí hay una puerta de salida que va hacia un túnel. El jefe de los delincuentes agarró de los pelos a Hipocresía y burlándose le dijo: ¡Traidora! Gracias por el dato, pero eso no te salvará de morir, porque tu miserable vida, no me importa. Riéndose y despiadadamente, le cortó el cuello, con un machete y la cabeza de hipocresía llena de sangre, salio volando por el aire. Los delincuentes, dejaron amarrados a todos, menos a Bondad y se lo llevaron. Subieron al dormitorio, abrieron el closet, entraron al túnel a buscar a la esposa e hijos. Humildad y sus hijos, se habían escapado, en una avioneta privada que tenían, porque ella sabía conducirlo. Los delincuentes se lo llevaron y el jefe le dijo: Si no quieres que te matemos, ahora mismo llama por teléfono a tu esposa y dile que tiene que darnos, todo el dinero que tengas. Bondad la llamó, Humildad obedeció y fue a los bancos y sacó todo el dinero y se los entregó a los secuestradores. Los delincuentes lo dejaron libre. Humildad y Bondad soltaron a sus empleados, se abrazaron y lloraron mucho, por la trágica muerte, de su hermana hipocresía, que había sido cruelmente degollada, Bondad se acercó a la cabeza y dijo. Hermana ¿Porque nos traicionaste? Si me hubieses apoyado en lo que dije, como lo hicieron mis empleados, estuvieses viva. ¿Por qué? Hermana ¿Por qué te condenaste tu misma? Humildad, abrazó muy fuerte a su esposo y mirando a sus empleados dijo: ¡Esposo mió! Y empleados, Gracias por haber ocultado la Verdad, a esos delincuentes, para defender la Vida de mis hijos, la de Uds. la de mi esposo y la mía. Bondad dijo: Lo sucedido con mi hermana Hipocresía, me dejo una gran lección, que siempre lo tendré en cuenta: Se es sincero y se dice La Verdad , se saca a la luz, se da y se ofrece, a los que se aman, son leales y defienden su Vida los unos a los otros, a costa de lo que sea, como lo hicieron nuestros empleados y yo, porque la Vida, no tiene precio y es la mejor riqueza, que todos tenemos. Bondad y Humildad, llamaron a las autoridades, la noticia se difundió, en todos los medios de comunicación, el cuerpo degollado, fue llevado a la morgue y luego fue enterrado. Pasados los días, Bondad y Humildad vendieron su casa, todos sus terrenos y bienes, liquidaron y gratificaron, a todos los empleados y se fueron a vivir a una ciudad de clase media, donde fueron muy felices, porque nunca más, ningún delincuente ni secuestrador, los volvió a molestar.