En una ciudad de clase noble, había una familia conformada por un padre, la madre y sus dos hijos hombres, el hijo mayor se llamaba Rebelde de 16 años; era muy desobediente, mentiroso, ocioso, flojo, antipático, peleador, cizañero, egoísta, envidioso, hipócrita, calumniador, soberbio, orgulloso, arrogante, etc. Era aborrecido por todos los de su entorno. El otro hijo se llamaba Humilde de 15 años; era muy obediente, sincero, amable, colaborador, activo, bondadoso, simpático, tranquilo, armonioso, compasivo, misericordioso, defensor, paciente, amable, leal, etc. Era admirado, amado y respetado por toda su familia y amistades. Un cierto día Rebelde estaba jugando con la pelota en la sala, Humilde le dijo: Ya estas bastante grandecito, para que juegues con la pelota, dentro de la casa. En lugar de eso ponte a hacer tus tareas. Rebelde arrogantemente le dijo: No te metas en mis asuntos, yo veré cuando las hago, Humilde le respondió: Nuestros padres siempre nos aconsejan, que la sala no es lugar, para jugar y que tengamos cuidado con las cosas. Rebelde, ignoró las palabras, de su hermano y siguió jugando, tiró una patada a la pelota, rebotó muy fuerte contra la pared y se cayó la televisión y se hizo añicos. Humilde estaba haciendo sus tareas escolares. La madre, corrió a ver lo que había sucedido. Rebelde mintiendo culpó a su hermano, de haber roto la televisión. Humilde sabía que iban a corregir severamente a su hermano, porque era muy desobediente, todo el tiempo, rompía las cosas y se peleaba con sus amigos en la escuela. Vino el padre y con voz de autoridad preguntó: ¿Quien rompió la televisión? Rebelde mintió de nuevo y volvió a culpar a su hermano. Humilde dijo: ¡Si, fui yo padre! Se me cayó de casualidad, pero te prometo papá, que juntando las propinas que me envía mis padrinos, comprare uno nuevo. El padre abrazó a su hijo y le dijo: Hijo por decir la verdad no te corregiré. La madre les dijo: Hijos siempre les he dicho, que la sala no es lugar para jugar. Obedezcan lo que les digo, para evitar que esto vuelva a suceder. Humilde dijo: ¡Prometo que obedeceremos mamá! Los padres recogieron los restos de la televisión y se fueron a otra habitación. Rebelde le dijo: Más te vale, que te hayas culpado, porque sino lo hacías, yo te agarraba a golpes. Humilde le dijo: Yo me eche la culpa, por Amor y protegerte y no porque te tenga miedo. Nunca temo ni temeré a nadie, porque yo si obedezco humildemente, lo que mis padres me aconsejan, en cambio tú siempre vivirás lleno de temor, por desobediente y por ser esclavo de tus malos actos. Rebelde le contestó: yo soy, como a mí me da la gana y no tengo porque ser como un manso cordero, obedeciendo órdenes de nadie. Humilde le respondió: Nuestros padres laboran y nos dan todo lo que queremos, nos cuidan, nos educan, nos aconsejan, nos apoyan, nos orientan, porque nos aman. Rebelde molesto le dijo: Ellos todo el tiempo nos sacan en cara, lo que nos dan y a mi me castigan siempre, en cambio a ti te premian, por eso te odio y los odio a ellos. Solo estoy esperando tener mi mayoría de edad y me largaré de esta casa. Humilde se acercó a abrazar a su hermano y Rebelde lo empujó y le dijo: ¡Aléjate de mí! Yo no soy ninguna marica, para que me abraces. Humilde le respondió: Hermano ¿Qué sucede contigo? Nuestros padres, siempre nos han dado cariño afecto y amor a los dos. E incluso yo siempre he preferido que mis padres te compren todo a ti, porque con las propinas de mis padrinos, siempre nuestros padres, me han comprado mis cosas y aun así yo siempre te los regalo. Rebelde le contestó: yo no les pido que ellos me compren ni que tú me regales. Algún día yo trabajaré y les devolveré todo, lo que me han dado, para que dejen de sacarme en cara. Humilde le dijo: nadie te saca en cara nada. Yo solo te hago ver lo bueno que son nuestros padres, para que los valores y cambies de actitud. Rebelde airado le dijo: ¡Estoy harto! que tú siempre seas el preferido de nuestros padres, porque nunca te gritan ni te castigan. Humilde le dijo: nuestros padres nunca me gritan ni me castigan, porque yo jamás doy motivo alguno. En cambio tú eres rebelde, rompes las cosas adrede, insultas, buscas pleito por puro gusto, y golpeas a todos los amigos. Rebelde le dijo: soy así, porque tengo que hacerme respetar, de los demás, humilde, le respondió: ¿Porque eres soberbio y te engañas a ti mismo? Tú sabes bien, que nadie te guarda respeto, porque ni amigos tienes. Y si algunos dicen ser tus amigos, lo hacen, porque te tienen temor. ¡El respeto se gana con Amor! Nuestros padres, siempre nos han aconsejado y nos han corregido nuestros errores, para que lo enmendemos y seamos buenos hijos. ¿Por que eres así? ¿Porque culpas de tus errores a nuestros padres y a mí? Si quieres que nuestros padres, nunca más te corrijan, se sincero y di la verdad, así sea un pequeño error, y veras como los demás te valorarán y te respetarán. Rebelde burlándose de Humilde le dijo: No te gastes hablando, porque yo siempre seré como soy y ni tú ni nuestros padres me cambiaran. Pasados los años, Rebelde cumplió su mayoría de edad y se fue de casa sin decir nada a sus padres. Sus padres, vivieron muy tristes, durante muchos años, por la partida imprevista, de su hijo. Humilde se quedo soltero, cuidaba a sus padres y les daba mucho Amor. Un cierto día, les dieron la noticia, que su hijo Rebelde fue asaltado y estaba muerto, ellos fueron a la morgue y se dieron con la sorpresa, que le habían sacado todos sus órganos, para venderlos y había sido despedazado, por los asaltantes y lo habían metido en una maleta con sus documentos personales y una nota que decía: “Así mueren los perros, sin dueño”. Los padres y Humilde incineraron su cuerpo y lloraron mucho, por la terrible muerte que tuvo Rebelde.