Cuando te recibí en mi regazo lo hice para amarte y cuidarte.
Te vi caer muchas veces y fui corriendo a levantarte para consolarte.
Si alguna vez te corregí fue para hacerte ver el peligro que corres fuera de aquí.
Si te eduque y te instruí fue para que seas un ejemplo para los demás y nunca pensé en favorecerme ni abusar de ti.
Si te aconseje que te alejaras de esa pared y de esa muralla fue para que nadie te maltratara ni te humillara.
Jamás me quise apropiar de tu libertad, porque sólo quise que maduraras y supieras toda la verdad para que pudieses enfrentarte a la realidad.
Me criticaste, me juzgaste y me condenaste sin piedad y te perdono con toda mi humildad.
Soporte insultos, ofensas, humillación, calumnias y agresión, con el único fin de demostrarte que eres parte de mi corazón.
Te dejaste engañar e influenciar y te fuiste sin hablar.
Se valiente por lo que has de pasar y a nadie debes de culpar.
Tú decidiste y por tu propia voluntad vivir en medio de la confusión y de la manipulación y sin ninguna protección.
Ahora que elegiste estar en el desierto sabrás lo que es tener sed y hambre de amar.
A pesar de irte nunca haré nada para herirte.
Aun a la distancia nunca dejare de orar para que llegues a madurar y algún día valores tu hogar y sepas lo que es verdaderamente amar.
La casualidad nunca existió ni existe ni existirá, porque todo es una causalidad.
El efecto será el resultado de la causa que sólo tú puedes enmendar.
Que mas puedo decirte si todo lo sabes ya, sólo queda que algún día voluntariamente decidas regresar.