En un hogar de clase media, vivía una pareja de esposos, el hombre se llamaba Consentidor y la esposa Corrección, con sus dos hijos, el varón se llamaba llamado Consentido y la hija Obediente, los dos eran universitarios. Ambos esposos, trabajaban en una oficina. Corrección, Se levantaba muy temprano y dejaba cocinado y hecho todos los quehaceres del hogar, con la ayuda de su hija Obediente. Un cierto día, mientras cenaban, Consentido se dirigió a su hermana con tono de voz de mando y dándole un empujón dijo: ¡Sírveme más comida! Obediente le dijo: ¿Que te pasa? ¿Por qué me empujas? ¡Sírvete, tú solo, ya me cansé que me trates, como si yo fuese tu esclava. Consentido gritando dijo: ¡Ya! Apúrate! Que tengo más hambre; Corrección, con voz de autoridad le dijo: ¡Consentido! Esa forma como pides las cosas están muy mal, te he enseñado una y mil veces, por respeto, que siempre que pidas algo a quien sea, lo hagas con humildad y por favor. Consentidor gritando dijo: ¡Corrección! Estas completamente equivocada, no se te olvide, que aquí los hombres de la casa, somos nosotros y por lo tanto somos los que mandamos y ordenamos cuando queramos, así que las dos se me callan y tu Obediente sírvele mas comida a tu hermano. Corrección respondió: ¿Qué estoy escuchando? Un momentito esta vez voy a hablar y a mi me vas escuchar. En este hogar los dos trabajamos y contribuimos en el gasto y las únicas que hacemos todos los quehaceres, somos Obediente y yo. A partir de hoy en adelante, los quehaceres serán compartidos y los cuatro haremos las cosas por igual, porque mi cuerpo esta muy cansado y agotado. Consentido contestó: Mamá ¿Que te pasa? ¿Te has enloquecido? Obediente dijo: Mi madre tiene razón. Bastante tiempo hemos sido prácticamente las esclavas de los dos. Y apoyaré a mi madre en su decisión, Consentidor, airado gritando dijo: ¡Así que las dos decidieron rebelarse! pues quédense solas con su rebeldía, porque mi hijo y yo nos iremos en este momento. Corrección dijo: ¡Muy bien! Lo mejor que haces, porque jamás volveré a permitir ninguna humillación, para mi ni para mi hija. Consentidor dijo: Te enviaré mi abogado, para que firmes el divorcio, porque no pienso seguir casado a una mujer, que no quiere servir a su marido y a su hijo. Corrección, con lágrimas en los ojos dijo: Tú como muchos hombres, están equivocados respecto al matrimonio. Una pareja se casa por Amor y eso es lo que yo creí que tu sentías por mi, cuando decidí casarme contigo, trate durante años de sobrellevar esta relación y esta situación, teniendo la esperanza que algún día cambiarias y te dieses cuenta del enorme sacrificio, que hace mi cuerpo, ya que al igual que tú, trabajo ocho horas al día, en una oficina, con la diferencia que antes de salir tengo que dejar hecho todos los quehaceres del hogar, dejar cocinado, preparar el desayuno y atenderlos a los dos, más aun, en las noches, aunque mi cuerpo esté cansado, tengo que cumplir mis deberes conyugales contigo. Para colmo sábado y domingo me dedico a hacer limpieza general y a lavar toda la ropa y apenas puedo descansar y ninguno de los dos tiene ninguna consideración conmigo ni con mi hija, que es la única que me ayuda y se compadece de mi cuerpo. Obediente abrazó a su madre y le dijo: ¡Mamá ya no llores! Consentidor burlonamente contestó: así son Uds. las mujeres, se hacen las mártires y creen que con sus lágrimas nos convencen. ¡Antes que me vaya! las dos me van a escuchar y para que lo tengan bien claro. Uds. las mujeres nacieron para servir, a los hombres, para ser usadas, esclavizadas, subyugadas, calladas, sumisas y sin protestar. Y si no lo hacen pues, no sirven para nada. Consentido, aplaudiendo dijo: ¡Así se habla papá, como buen macho que eres! Corrección dijo: ¡Tú lo has dicho hijo! Tu papá y tú son machos, por lo tanto mi hija y yo que somos mujeres, nunca mas podremos vivir con dos machos, porque como tal se seguirán comportando. Consentidor agarró del brazo a Corrección y le dijo: tú y todas las mujeres son hembras y solo sirven, para satisfacer las necesidades de un macho. Corrección se soltó y le dijo: hasta hace unos minutos, fui tu hembra. A partir de ahora seré una mujer y defenderé mi derecho como tal. Consentidor, burlonamente volvió a agarrarla del brazo bruscamente y contestó: ¡Si ya no me sirves! Afuera, hay muchas hembras mejores que tú, que estén dispuestas a servirme y a satisfacerme, hasta por un plato de comida. Obediente dijo: ¡Papá! con el respeto que te mereces, ¡suelta a mi madre! Lamento decirte que me decepciono de ti como padre, porque nunca creí que maltratarías a mi madre y que te fueses a expresar así de ella y de mí que somos mujeres, ofendiéndonos de esa forma, tú naciste de una mujer y como tal le debes respeto a ella y a nosotras. Consentido molesto dijo: ¡Papá! Ya nada tenemos que hacer aquí, con hembras rebeldes, salgamos y dejemos de escuchar tantas habladurías. Consentido airado dijo: Si, hijo ¡Vamos! Afuera hay muchas hembras, que están dispuestas a servirnos y a satisfacer nuestras necesidades y si no lo quieren hacer, las votaremos o nos iremos o si no buscamos a otras, así de fácil, solucionaremos el asunto. El papá y el hijo, agarraron sus cosas y se fueron. Corrección y Obediente, se quedaron muy felices, porque al fin lograron ser libres, de dos machos crueles, que habían esclavizado sus cuerpos durante mucho tiempo.