La verdad es un
látigo para gente hipócrita y falsa, que se resisten a cambiar porque les duele
que les hagan ver sus errores para que se enmienden y dejen de hacer daño con
sus viles acciones a toda la humanidad.
Es una realidad que
nadie debe evadir porque hay gente mala, injusta e hipócrita que vive de
apariencias y preocupada de el qué dirán porque rechazan ser buenas personas y
ser imagen y semejanza de un Dios de amor como Jesucristo tal como fue y es,
sin religiones, sin curas, sin pastores, sin ningún dirigente de ninguna
congregación, sin normas, sin leyes, sin dogmas, sin temores, sin manipulación,
sin ataduras, sin costumbres, sin tabúes, sin falsas creencias y sin falsos argumentos.
Nadie puede decir que es guiado por
el Espíritu de Dios, si es falso y cobarde, si aún sigue cometiendo errores y
sigue siendo participe y cómplice de
holocaustos y de la exterminación de
toda especie de animales tanto racional e irracional y causa tanto sufrimiento,
angustia, dolor y agonía.
Es imposible que alguien ¡TAN CRUEL E
INSENSIBLE! diga que es bueno y es guiado por el Espíritu de Dios si está lleno
de maldad e hipocresía, ya que ni siquiera le importa su Espíritu, alma y
cuerpo ni la vida de animales indefensos.
Esta es la única manera de descubrir y saber quién tiene el Espíritu de
Dios y quienes se disfrazan de ovejas y por dentro son lobos feroces buscando a
quien lastimar, a quien exterminar y a quien devorar.
La astucia de gente mala e
hipócrita, disfrazada de buena es ganarse adeptos e incautos para bloquearles
la mente con engaños.
Su primera arma es aparentar ser muy
humildes y muy amables para cautivar y conquistar a base de palabras suaves y
bonitas disfrazadas de bondad para que les crean sus falsos argumentos que son
pura falsedad. Su segunda arma es astutamente atemorizar predicando a un dios
de temor, hacen prohibiciones absurdas, critican, calumnian, juzgan y condenan a quienes descubren sus
patrañas y engaños, a quienes corrigen, a quienes les dicen su verdad y a quienes les hacen ver
sus errores para que se enmienden y cambien de actitud.
Su tercera arma es lucrarse y
satisfacer sus propias conveniencias a
base de engaños, fantasías e ilusiones. Con estas tres armas, la gente toxica
envenena, manipula, domina y controla a su antojo a sus incautos.
Mientras exista la indiferencia, la maldad,
la perversidad, la soberbia, la envidia, el egoísmo, la avaricia, la
competencia, la ambición, los chismes, las calumnias y la hipocresía, muchos seguirán
dejándose intoxicar, envenenar y contaminar por ello porque lo permiten
voluntariamente y se dejan manipular,
dominar y controlar como títeres, marionetas y robots por entes tóxicos que se
creen dioses, dueños de los cuerpos y de todo el planeta. Todos desde que
tienen uso de razón, saben bien lo que es bueno y que es lo malo. Por lo tanto
quien se deja dominar por sus instintos impulsos y debilidades y comete errores
y hace maldades, lo hace a conciencia porque son incapaces de tener una pizca
de amor y misericordia por su propio cuerpo, por su propio mundo, por su propia
vida y por los demás. Aléjense de gente que intoxica y envenena el alma de los
demás.