viernes, 12 de octubre de 2012

Tolerancia y Paciencia (Caso real con nombres figurativos)


En una ciudad de clase media había dos mujeres que vivían con su familia y una de ellas se llamaba Tolerancia que era una mujer sin autoestima, muy ociosa, viciosa, egoísta, envidiosa, avara, mezquina y chismosa y la otra se llamaba Paciencia que era una mujer con autoestima, muy humilde, correcta, laboriosa, bondadosa, educadora, ayudaba y defendía a las personas que sufrían por causa de las injusticias, orientaba y aconsejaba a todas las personas que vivieran en paz. 
Las casas de ambas quedaban frente a frente.
A Tolerancia le gustaba chismear, criticar, calumniar, desprestigiar y juzgar a Paciencia y nunca era capaz de defender a nadie ni aun cuando veía injusticias.
Un cierto día los hijos de ambas, se estaban peleando y jalándose de los cabellos.
Paciencia salió de su casa los separó, les llamo la atención, les corrigió y les dijo que estaba muy mal lo que estaban haciendo porque se debían de amar y respetar porque todos éramos hijos de Dios.
Tolerancia muy airada gritando dijo: ¡Paciencia! ¿Quien te has creído tu para que maltrates a mis hijos? ¡Ya me tienes harta! he visto que todo el tiempo te haces la que ayudas y defiendes a la gente y se que lo haces para sobresalir y creerte la mujer más buena del mundo, pero yo te digo que te fijes bien lo que haces porque debes ser muy tolerante con los niños.
Paciencia con voz de autoridad y corrección le dijo: La gente como tú esta muy equivocada en su forma de pensar porque amar es corregir y para nada es consentir y por si acaso corregir es distinto a castigar.
Tolerancia le contestó: Tú no eres nadie para que mes des clases como debo ser ni de cómo comportarme, yo soy muy tolerante por eso es que nunca trato mal a mis hijos.
Paciencia le respondió: En ningún momento trate mal a los niños lo único que hice es corregirles y orientarles para que enmienden sus errores.
Uno de los hijos mayorcitos de Tolerancia se dirigió a su propia madre y le dijo: Si volviera a nacer escogería como madre a la señora Paciencia que si es una buena madre que si sabe criar a sus hijos y lo demuestra con hechos. En cambio tú vives de apariencias porque permites y consientes que mi Padrastro se emborrache, que te saque la vuelta, que te golpeé, que nos golpeé, que nos ultraje, que nos viole cada vez que quiere y tú lo consientes y te quedas callada con él y prefieres alcoholizarte a escondidas y ensañas tu odio con nosotros gritándonos,  golpeándonos, mandándonos a trabajar y explotándonos y es por eso que esa casa parece un infierno.
Tolerancia gritando y agarrando de los cabellos a su propio hijo le dijo: ¡Muchacho insolente! ¿Como te atreves a contar mi vida privada, mis intimidades y a faltarme el respeto adelante de esta gentuza?
Paciencia agarró del brazo a Tolerancia y le dijo: Señora ¡Por favor! suelte al niño, en mi presencia no va a golpear ni hacer sufrir más a esta criatura. Tolerancia soltó a  su hijo y agarró de los cabellos a Paciencia. Ella como sabía defensa personal con un golpe la dejó inmovilizada.
Paciencia llamó a su esposo e hizo entrar a los niños a su casa y llamó a las autoridades correspondientes.
Los niños contaron todo el infierno que habían vivido con su madre y su padrastro.
Las autoridades detuvieron a Tolerancia y  a su esposo y los metieron presos a ambos por las injusticias que cometieron con criaturas inocentes.
Paciencia y su esposo pidieron la adopción de los niños. 
El juez dictaminó que los niños fueran criados por esa noble familia.
Fue así como su hogar fue iluminado de mucho Amor y paz. 
Todos vivieron muy felices porque todos se amaban y se respetaban.
Reflexión: Mucha gente hipócrita, envidiosa y egoísta dice ser tolerante porque solamente vive de apariencias para su propia conveniencia, ya que ni le importa su propia vida ni de la de nadie.