En una
ciudad de clase media había dos mujeres que vivían con su familia y una de
ellas se llamaba Tolerancia que era una mujer sin autoestima, muy ociosa,
viciosa, egoísta, envidiosa, avara, mezquina y chismosa y la otra se llamaba
Paciencia que era una mujer con autoestima, muy humilde, correcta, laboriosa,
bondadosa, educadora, ayudaba y defendía a las personas que sufrían por causa
de las injusticias, orientaba y aconsejaba a todas las personas que vivieran en
paz.
Las casas de ambas quedaban frente a frente.
Las casas de ambas quedaban frente a frente.
A
Tolerancia le gustaba chismear, criticar, calumniar, desprestigiar y juzgar a
Paciencia y nunca era capaz de defender a nadie ni aun cuando veía injusticias.
Un cierto
día los hijos de ambas, se estaban peleando y jalándose de los cabellos.
Paciencia
salió de su casa los separó, les llamo la atención, les corrigió y les dijo que
estaba muy mal lo que estaban haciendo porque se debían de amar y respetar
porque todos éramos hijos de Dios.
Tolerancia
muy airada gritando dijo: ¡Paciencia! ¿Quien te has creído tu para que
maltrates a mis hijos? ¡Ya me tienes harta! he visto que todo el tiempo te
haces la que ayudas y defiendes a la gente y se que lo haces para sobresalir y
creerte la mujer más buena del mundo, pero yo te digo que te fijes bien lo que
haces porque debes ser muy tolerante con los niños.
Paciencia
con voz de autoridad y corrección le dijo: La gente como tú esta muy equivocada
en su forma de pensar porque amar es corregir y para nada es consentir y por si
acaso corregir es distinto a castigar.
Tolerancia
le contestó: Tú no eres nadie para que mes des clases como debo ser ni de cómo
comportarme, yo soy muy tolerante por eso es que nunca trato mal a mis hijos.
Paciencia
le respondió: En ningún momento trate mal a los niños lo único que hice es
corregirles y orientarles para que enmienden sus errores.
Uno de los
hijos mayorcitos de Tolerancia se dirigió a su propia madre y le dijo: Si
volviera a nacer escogería como madre a la señora Paciencia que si es una buena
madre que si sabe criar a sus hijos y lo demuestra con hechos. En cambio tú
vives de apariencias porque permites y consientes que mi Padrastro se
emborrache, que te saque la vuelta, que te golpeé, que nos golpeé, que nos
ultraje, que nos viole cada vez que quiere y tú lo consientes y te quedas
callada con él y prefieres alcoholizarte a escondidas y ensañas tu odio con
nosotros gritándonos, golpeándonos,
mandándonos a trabajar y explotándonos y es por eso que esa casa parece un
infierno.
Tolerancia
gritando y agarrando de los cabellos a su propio hijo le dijo: ¡Muchacho
insolente! ¿Como te atreves a contar mi vida privada, mis intimidades y a
faltarme el respeto adelante de esta gentuza?
Paciencia
agarró del brazo a Tolerancia y le dijo: Señora ¡Por favor! suelte al niño, en
mi presencia no va a golpear ni hacer sufrir más a esta criatura. Tolerancia
soltó a su hijo y agarró de los cabellos
a Paciencia. Ella como sabía defensa personal con un golpe la dejó
inmovilizada.
Paciencia
llamó a su esposo e hizo entrar a los niños a su casa y llamó a las autoridades
correspondientes.
Los niños
contaron todo el infierno que habían vivido con su madre y su padrastro.
Las
autoridades detuvieron a Tolerancia y a
su esposo y los metieron presos a ambos por las injusticias que cometieron con criaturas
inocentes.
Paciencia
y su esposo pidieron la adopción de los niños.
El juez dictaminó que los niños fueran criados por esa noble familia.
El juez dictaminó que los niños fueran criados por esa noble familia.
Fue así
como su hogar fue iluminado de mucho Amor y paz.
Todos vivieron muy felices porque todos se amaban y se respetaban.
Todos vivieron muy felices porque todos se amaban y se respetaban.
Reflexión:
Mucha gente hipócrita, envidiosa y egoísta dice ser tolerante porque solamente
vive de apariencias para su propia conveniencia, ya que ni le importa su propia
vida ni de la de nadie.